Una vez que nos hemos bajado del Bybanen, les he llevado por la calle donde hay mogollón de tiendas y centros comerciales, ya que hay un monumento interesante, donde hay estatuas que van desde los vikingos hasta los marineros de hoy en día (ésa es mi teoría por lo menos).
Para tener unas bonitas vistas sobre Bergen, todo aquel que venga de visita tendrá que subir el Fløyen. Es un monte fácil, pero sí ves que no es lo tuyo, siempre puedes coger el Fløybannen. Lo curioso, es que tiene una parada a la mitad de la subida, supongo que será para los que van de valientes, pero se dejan el pulmón a mitad del camino. ;)
Una vez arriba, primero hemos ido al mirador. Como siempre, increible. Además no había nada de niebla ni nubes, por lo que también hemos podido mirar a lo lejos.
Después de sacarnos las fotos correspondientes, les he llevado hasta un lago que hay en medio de la montaña. La última vez que intenté llegar hasta él, me perdí y no conseguí ni acercarme. Esta vez, lo he hecho bien. Estaba totalmente congelado, aunque por si acaso, no hemos probado a meternos dentro. Lo bonito ha sido, que ha nevado durante un ratín, así que ha sido la estampa perfecta tanto para las fotos como para el vídeo. Aprovechando que hay una especie de cobertizo al lado, pues nos hemos tomado nuestro hamaiketako (algo así, como un tentempié, no sé).
Una vez que hemos bajado del monte, hemos ido a visitar el símbolo más conocido de Bergen: Bryggen. Hemos estado un rato viendo lo torcidas que están las casas, y también nos hemos metido por dentro. Creo que ya lo expliqué en su día, pero lo vuelvo a escribir por si acaso. Ahora mismo no vive nadie en estas casitas, la mayoría de ellas son pequeños estudios o tiendecillas. De hecho, en la parte de abajo de todas ellas, están las únicas tiendas de souvenirs de la ciudad. Vale, no son las únicas, pero el 95% de ellas se encuentran ahí.
Se acercaba ya la hora de comer, así que aprovechando que les quería enseñar algo de la uni, pues no hemos ido al Student Center, que se estaba calentito y hemos podido comer sentados en una mesa tranquilamente. Por supuesto, hemos montado un pequeño espectáculo.Todo el mundo en silencio y nosotros de risas, gritando al intentar cortar un cuarto de queso que habían traído las chicas con un cuchillo de mierda. Si de mierda, no tenía otro nombre. Menudo estropicio que le hemos hecho al pobre. Eso sí, comer nos lo hemos comido.
Después de descansar un rato, les he llevado a dar otro paseíto por la ciudad… unas dos horas o así más andando por Bergen. Les he matado la verdad, pero es lo que toca para poder ver la ciudad en un solo día e intentar visitar lo máximo posible.
La idea principal era comer en el Egon, pero como hubiéramos perdido demasiado tiempo al ser un bufet, lo hemos dejado para cenar y coger fuerzas.
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