Eso si, por el camino nos hemos encontrado con una de las imágenes más bonitas del todo el viaje. El pueblo se llama “Mundheim”. Hemos visto las vistas desde el coche, y entre eso, y que casi todos teníamos que mear, pues no hemos dudado en parar el coche. Se nos ha pasado por la cabeza incluso comer allí, pero hacía bastante fresquete, así que nos hemos decidido por seguir hasta Norheimsund y comer allí.
Exacto, hemos movido el coche hasta una explanada que había en la orilla, y hemos comido dentro calentitos. Buenas vistas para comer nuestro bocata de jamón. Luego, nos hemos dado una vuelta por el pueblo, con las respectivas tonterías y vídeos.
Cada vez había menos luz, pero noruega nos ha vuelto a sorprender con un paisaje increíble. Otra de las vistas impresionantes de este viaje. Hemos dejado el coche como hemos podido, y nos hemos ido para allí. Que viento!!! Que frío!!! Pero ha merecido la pena… Las fotos no es que sean muy allá, pero hacía mucho viento, y hemos hecho lo que hemos podido. He intentado buscar el sitio exacto por Google Maps… pero no lo he encontrado.
Antes de llegar a Voss, que era el destino final, teníamos otras dos paradas programadas en principio: Granvin y unas cascadas. Desgraciadamente, no hemos podido hacer ninguna de las dos, ya que nos quedaban muchos kilómetros que hacer y ya era prácticamente de noche. Imposible. Para cuando hemos llegado a Granvin, ya estaba la oscuridad total entre nosotros, así que nuestra única esperanza, era poder ir a las cataratas y aunque sea con los focos del coche poder ver algo.
Pues no sabemos cómo, pero hemos acabado dentro de la ciudad, eso si, la aventura en Voss, solo acaba de empezar. Resulta, que el GPS, nos la ha liado, ya que al entrar al pueblo, nos ha metido por una urbanización, en la que no había más que nieve, con cuestas para arriba y todo… Putas las hemos pasado ahí, porque el coche no iba, se le iban las ruedas y no había forma de subir más. Siento haber tenido que usar el taco, pero es la frase que resume la situación. Así que me ha tocado maniobrar como he podido deslizándome marcha atrás para bajar la cuesta con cuidado de no irme por los lados y no darle a ningún coche de al lado. Toda una aventura. Además, para añadir tensión todo entre nervios y discusiones sobre que hacer. Eso sí, una vez que estábamos abajo otra vez, unas risas ya nos hemos echado.
Ya que la luz brillaba por su ausencia, nos hemos decidido por tomarnos un cafecito caliente antes de retomar la marcha hasta Lagunen. Allí se han bajado los pasajeros, hemos llenado el depósito del coche y Patxi y yo nos hemos ido para el aeropuerto a devolver el coche.
Ha sido un viaje increíble, en el que claro esta unas pocas horas más de luz habrían ayudado bastante. Como durante todo el fin de semana, nos hemos reído montón y nos lo hemos pasado como enanos. Una pena que ya solo queden unas horas para que vuelvan los tres a Euskal Herria.
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