Hace meses que no escribo… pero ya han pasado casi siete desde que hice este viaje, y la verdad es que es uno de los post que más me arrepiento de no haberlo escrito en su momento, tanto por el sitio que visité como por los grandes momentos que viví: fue el único viaje que hicimos los seis miembros de esta inolvidable familia del 11 D.
Alquilamos una furgoneta y nos recorrimos casi 800 km en tres días, una puñetera locura. El viaje no se hizo tan largo con tan grata compañía. Más que nada porque todo fue pura aventura, desde el principio hasta el final.
Siguiendo en nuestra línea de planificación, alquilamos la furgoneta el día anterior de marchar, y la ruta que íbamos a seguir la planeé esa misma mañana. Para empezar bien el viaje, tuvimos una buena discusión las chicas y yo, y para añadir leña al fuego Pepe y un servidor, nos perdimos buscando el sitio de alquiler de la furgoneta… hasta nos tuvieron que llamar porque cerraban el garito!! Tengo que admitir que por un momento, pensé que nos quedábamos sin viaje..
Tenía intención de hacer un post breve, contando lo que ocurrió por encima y enseñando las fotos, pero me han venido tantas historias a la cabeza que parece que hicimos el viaje ayer!!! Las tengo que contar TODAS :) :)
En principio íbamos a hacer todo el camino hasta Haugesund, donde después de visitar la ciudad íbamos a acampar en un parque que encontré por Internet. Eso sí, a la media hora de salir, incluso menos, tuvimos que parar a comprar crema del sol. Creo que encima la compraron olor canela o algo así con lo que nos perfumaron todo el coche. :O
Hasta llegar hasta Haugesund nos comimos unas 3-3.5 horas de viaje. Para llegar había que coger dos ferrys: uno de ellos bastante cortito y el otro algo más largo. Los ferrys son definitivamente la parte más cara del viaje. Siento no poder dar los precios pero la memoria no me llega para tanto, sí que puedo decir que cobran por coche+conductor y luego por persona.
Salimos por la tarde de Bergen porque Mario tenía examen, y aunque era verano, para cuando llegamos a Haugesund ya estaba anocheciendo. Antes de entrar en el pueblo, visitamos dos cosas importantes: un monumento donde estaba enterrado un Rey Vikingo y un supermercado.
En el monumento sacamos muy buenas fotitos con es toque que da el anochecer. La verdad es que era un sitio bonito y si no recuerdo mal había algún senderillo por allí. En el supermercado cogimos provisiones para el desayuno de los siguientes dos días: batidos de chocolate, bizcochos… Habia que coger fuerza!!! :)
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La verdad es que por Haugesund no estuvimos mucho tiempo. Parecía un pueblo mucho más pequeñito que Bergen, donde vimos los muelles y dimos una vuelta por el barrio más cercano. Cada vez había algo menos de luz, y todavía había que encontrar y llegar al parque, cenar y montar la tienda de campaña.
No fue difícil encontrarlo gracias al GPS, y aunque luego nos arrepentimos de la decisión, primero cenamos y luego montamos la tienda al lado de un lago. Levantarse allí tenía que ser algo increíble, eso sí, primero teníamos que conseguir montar la tienda en la penumbra. Vamos, que a linterna limpia.
Rosa y Ana decidieron dormir en la furgoneta que habíamos dejado en el parking cercano, así que nosotros cuatro nos quedamos allí montándola bajo la luz de la luna. Una aventura más. :)
El parque donde dormimos se llama Djupadalen, dónde junto al lago también había una mini playita. No tenía todas conmigo de que acampar en aquel lugar estuviera permitido, pero nadie nos molestó.
Cuando nos levantamos, dudamos un poco en sí meternos al agua o no… pero una ducha fría mañanera nunca viene mal no?? jujuju :) Nos despejamos de narices. Una vez desayunados nos volvimos a poner en marcha, ya que para llegar a nuestro siguiente destino: Stavanger, teníamos que pillar otro fabuloso ferry.
Así que ahí fuimos, sin prisa pero sin pausa, con el conductor oficial del viaje:Pepe(Que se metió la palizada el día anterior también). Nos volvimos un poco locos para aparcar por la ciudad, más que nada porque buscábamos algo céntrico y barato. Barajamos la opción de la OTA, pero vimos un parking cerca y nos metimos allí. Por lo que pude ver por internet, en Stavanger hay bastantes parkings, pero todos tienen precios y horarios distintos, por lo que dependiendo de que parte de la ciudad quieras visitar o en la que te alojes, recomiendo echar un vistazo a todos.
Lo primero que fuimos a buscar fue la oficina de turismo, ya que teníamos varias dudas sobre la ruta para llegar hasta Preikestolen, el objetivo del viaje vamos. Ya estábamos más cerca!! :D :D
Nuestra duda era sí coger el camino más corto con un pequeño ferry en medio o el largo sin ferry pero con unos bonitos peajes y el gasto de gasolina. Gracias las indicaciones de la oficina nos decidimos por el del ferry. Nos pillamos unos mapas de la ciudad y a callejear!! Qué es lo que mola!!
Visitamos el puerto dónde había unos grandes transatlánticos y uno de los iconos de Stavanger: la parte vieja con casitas blancas. De allí cruzamos un parque lleno de gaviotas y dimos alguna vuelta más por la ciudad. Estábamos ansiosos por llegar al “Pulpito” así que para las 12 y algo nos volvimos a meter en la furgoneta, esta vez sí, con la intención de no parar hasta Preikestolen. Para que Pepe descansara un poco, en este trayecto hubo un cambio de conductor, Mario cogió el volante.
Una vez que llegamos hasta el comienzo del Púlpito, nos pusimos a comer que ya había hambre. :) Una pequeña siestita, vuelta a la furgoneta a coger los bártulos y para arriba.
Tardamos unas 2/2:30 o así en subir si no me falla la memoria, y la verdad es que aunque nosotros íbamos bien preparados con botas y demás, había gente subiendo la montaña en “bailarinas” y descalza. Gente loca sí, pero la había.
Por el camino íbamos buscando algún sitio en el que poder pasar la noche allí, pero nada de nada. Encontramos una pequeña explanada, pero estaba demasiado abajo por lo que nuestro objetivo de ver el amanecer solos en la piedra no íbamos a poder cumplir.
Al final llegamos!!! Impresionante!!!
Era bastante tarde, así que después de estar sentados un rato al borde del abismo (siempre con cuidado claro), emprendimos la búsqueda del lugar para poner nuestro campamento. Mal asunto, sólo había piedra y más piedra, y el poco césped que había estaba embarrado y encharcado. Nos decidimos por seguir subiendo un poco más la montaña, y para nuestra desgracia el panorama era el mismo. Encontramos una pequeña explanada con una mezcla de hierba, barro y piedras que parecía estar a cubierto del viento de la montaña.
A las chicas no les hizo mucha gracia el sitio, pero no había más, así que montamos la tienda entre gritos y risas. Poco faltó para que la tienda saliese volando!! :O Después de cenar algo, las chicas se metieron a la cama, y fue un error muy grande el que cometieron, ya que nosotros nos inclinamos por subir más arriba la montaña, y poder ver el anochecer. Muy bonito, y ni un solo ruido. Solo la conversación de otros campistas que había por allí. Rompían un poco el encanto, pero precioso el lugar y las vistas.
Quedaba muy poquita luz, por lo que nos decidimos por meternos en la cama. Maldita la hora!! Estábamos en una tienda enana 6 personas, en cuesta abajo, en piedra, apachurrados… total, que dormimos una puta mierda. Así de claro. Pepe durmió tirado con el techo pegado a la cara que casi le da un ataque de claustrofobia y yo hubo un momento que hice una especie de “C” con mi cuerpo. Menuda nochecita, creo que fue de las peores noches de mi vida. Y a todo esto hay que añadirle el viento que pegaba... Toda una aventura. jajaja Ahora me río, pero gracia cero.
Pasamos mala noche sí, pero mereció la pena levantarse y tener la piedra para nosotros, por una hora fue “nuestra” piedra. Desayunamos con ese increíble paisaje SOLOS, y nos dio tiempo a sacarnos mil fotos en todas las posiciones. Aquí os dejo el reportaje. :)
La gente empezó a aparecer bastante prontito la verdad, mucho turista, pero también noruegos que iban a pasar el día. La gente nos miraba sorprendida, ya que bajábamos a las 10 de la mañana o antes de allí.
Objetivo cumplido, después de un par de horas andando, ya estábamos en la furgoneta de nuevo. Se habían acabado las emociones?? Por supuesto que no!!! Todavía teníamos un largo día por delante.
Para empezar, nos dimos cuenta de que el ferry que teníamos que coger salía en menos de una hora, y que el siguiente sería dos horas más tarde. Mochilas dentro, Pepe al volante y a toda leche. Llegamos sin problema, incluso tuvimos 5 minutitos de margen.
Ya nos quedaban menos km para volver a casa. Carmen estaba emperrada en conducir, así que nos agarramos “los machos” y la dejamos. Error. Cogió el coche en un pequeño descansito con una pequeña inclinación… el coche no avanzaba e íbamos para atrás contra una guardarraíl, yo iba de copiloto, así que en un auto-reflejo le di al freno de mano. Por unos momentos me convertí en héroe para algunos. ;) Carmen volvió arrancar esta vez sin problemas, era la hora de comer, y en 20-30 minutitos o así volvimos a parar. Los siento Carmen, esto había que contarlo.
Paramos en una enorme cascada, justo allí había unos jubilados catalanes con una caravana que iban para Lofoten. Lo que les quedaba!! :O Muy majos, la verdad, nos invitaron a un platito de paella que les quedaba… y a JAMON!!! Se nos iluminaron los ojos!!! jajaja que rico estaba el jodido. :D
Yo también quería conducir un rato la furgonetilla, así que después de comer por fin llegó mi turno. Me resultó más fácil que lo que pensaba, teniendo en cuenta que yo tengo un coche pequeñito y llevaba 4 meses sin tocar un volante.
Durante ese trayecto, mis pasajeros me vacilaron un poco. Me dijeron que se les había caído el zumo y tal y cual en los asientos. Dije que no iba a pagar nada. Al de 5 minutos la misma historia. Ahí me cabree con ese acento tan basko que me sale para el descojone y deleite del personal. Quedó para la eternidad grabado en vídeo. :)
Llegamos a unas cataratas muy típicas llamadas “Lattefossen“, un sitio muy bonito, donde en el río llevaba una corriente enormeee!!! Fue una paradita cortita, ya que aunque impresionan las dos cataratas, todavía nos quedaba viaje.
Calculo que yo conduciría unas dos horas o algo más, así que se hizo un nuevo cambio, el último del viaje, ya que esto llegaba a su fin. Pepe volvió a capitanear la furgoneta hasta casa.
Fin de un viaje inolvidable con gente impresionante en un lugar perfecto.